lunes, 29 de junio de 2009

No me molestes mosquito

Muere la noche del domingo y llega el amanecer, y me enfundo mis tirantes blancos para disfrutar de una zambullida en el frescor matutino que me arranque el sofocante calor nocturno. Este fin de semana estoy en Valladolid, donde siempre hay varios grados menos que en Madrid, y es más notable el contraste, y me dispongo a hacer la ruta junto al canal del Duero, que suele estar vacío a estas horas salvo algún ciclista o andarín sueltos.

Pero esta vez, en el puente de la ermita del Villar, casi en sagrado, los veo, bullendo y pululando un par de docenas de vampiros, rostros blancos ataviados de negro con simbología bacaladera y una cacofonía de coches abiertos escupiendo distintos chundachundas. Fuman y beben, el desayuno de los campeones, y algunos intentan contonearse en un remedo de baile tribal. Es irreal la visión, en los colores de la mañana son un tachón de seres en blanco y negro, que surgidos de otra vida distorsionan la paz del canal.

A mí me importa un bledo lo que hagan, pero tal como imagino que pasaría, su autopercepción les obliga a concentrarse más en la imagen que dan como grupo que a refocilarse en su diversión, por lo que al pasar allanan mi esfera de privacidad y escucho alguna chanza que califico como poco respetuosa y gratuita, porque ni siquiera les he mirado directamente. Estoy de mal humor porque no he dormido ni mucho ni bien y encima me he tirado de la cama para correr, y como soy un ángel blanco en un campo de abúlicos viciosos, les obsequio con el saludo madrileño mientras prosigo mi rodaje, un progresivo con una media final en torno a 4’30 en 11 kilómetros.

A mi regreso, sólo queda la “élite” sentada en la tapa de un desagüe liando canutos con estúpida sonrisa, imagino que el resto ha regresado a sus guaridas paternas. No, no me dejan en paz… una jovenzuela con los ojos abiertos como platos se incorpora a duras penas y tambaleándose se me aproxima, yo que voy a 4’10 “¡tíiiioooo es mi cumpllllleanios…!”, -“felicidades”, contesto ahorrando aliento, elucubrando apenado sobre la esperanza de vida de este espécimen y lo que imaginarán sus padres que hace por la noche, -“¡¡es el que ha sacado antes el dedo!!”- avisa el espabilao de la bandada de murciélagos, no sé con qué fin. Sopeso la posibilidad física de hacer un calvo en carrera, pero ya voy chutado de endorfinas y cansado para provocar lo mínimo, y aprieto para perderles de vista… joder que tropa.

viernes, 26 de junio de 2009

Arrivederci Retiro

Llegó la noticia del traslado. En un par de semanas abandonaré el privilegiado entorno del Parque de Madrid y sus habituales, para dar cornás como perro sin dueño por el desangelado JC1. Cambio de rutina, de horarios, de entrenamiento… al menos seré uno de los poquísimos habitantes de esta gran ciudad que se desplacen en bicicleta a su trabajo, sin necesidad de otro medio de transporte. Como dice un amigo guiri, estaré a salvo de las aglomeraciones del transporte público cuando la gripe A estalle en otoño con toda su virulencia (inquietante predicción, por Tutatis).

Cambio de horarios, puesto que al ganar casi una hora y media al día podré invertirla en dormir más, en la familia, quizás en alguna actividad nueva. Jugueteo con la idea de correr por las mañanas y nadar al mediodía, al menos en lo que dure el calor y la luz. Quién sabe, puede que me anime y pruebe algún triatlón, estaría divertido porque la btt que cabalgo a diario lleva más de 20 años conmigo, y la otra que tengo es de paseo sin barra en medio…

Cambio de entrenamiento, porque el factor principal, al menos en un comienzo, será la soledad, y decidir y entrenar calidad en solitario es como para un boxeador pelear con su sombra. También la falta de orientación y de motivación, que se suplen con creces cuando se está integrado en un grupo, en solitario es un escollo añadido a la dureza del atletismo. Quizás más adelante deba inscribirme en algún club, no lo sé.

Y cambio de compañeros. Son ya muchos los que he conocidos a lo largo de estos años que se quedarán donde les encontré, rodando por los caminos del Retiro. Pero permanecerán muchísimos días de sufrimiento, de series, de trote cochinero, de calores, de frío, de lluvia, ¡de nieve!, de polvo, de tensión en las carreras, de éxitos y decepciones, de conversaciones profundas y triviales, de humor fino y burdos comentarios, de risas, de protestas, de historias, de referencias, marcas, tiempos, de confianza y camaradería.

Creo que al primero que conocí fue a Vicente, que además de inspirarme a abrir el blog generosamente me acompañó a un grupo que llevaba más de 15 años Corriendo en el Retiro cada día, con cada componente cortado por un distinto patrón pero compartiendo un mismo afán, “Muchos Hombres y Un Destino”. En este cuadro de honor menciono a los que más kilómetros hemos compartido: Beni “il cavalieri”, Jorge, Juan Carlos, Goyo, Manuel, Werner, Tomás,… perdonad si omito algún nombre, pues son muchos más los que hemos rodado en muchas ocasiones. Me encantaría recordar las mejores marcas de cada uno, de mucha variedad y calidad pues el grupo aúna maratonianos, velocistas, triatletas, medio fondistas, trialeros,…

Y como para mí ha sido la escuela de atletismo del Retiro, me viene a la mente la canción de los maestros, aunque yo sea el que se marchar “ellos pasan, tú te quedas, algo de ti llevarán”. Nos veremos en las carreras, y no os confiéis, que no hay peor cuña que la de la misma madera…

 

martes, 23 de junio de 2009

¡¡Rebajas!!

Anoche cumplí con unos de mis rituales anuales como corredor, además de las citas con las carreras “de caza mayor”, y es la compra de zapatillas en rebajas. A mis amigos que se inician en esto les recomiendo siempre que acudan a una tienda especialista para que les hagan el estudio de la pisada y les prescriban el calzado adecuado, conforme también a sus hábitos, terrenos, peso, etc. Sin embargo una vez conocida la pisada y los modelos, no veo la necesidad de pagar una prima extra para comprar en la tienda especializada, salvo que se necesite una opinión específica, un cambio de calzado, etc.

Por eso un par de veces al año me gusta, en rebajas de verano y enero, hacer acopio de material en grandes superficies: los descuentos son del 30% al 40%, y teniendo en cuenta que un modelo de los utilizo oscila entre 110 y 150 euros (Nimbus, Pegasus, Vomero…), y que gasto 3-4 pares al año, el ahorro es importante (120-160 euros). Al principio tienes que habituarte a ver durante meses uno o dos pares de zapatillas sin estrenar en tu armario, pero luego lo asumes como una inversión. Ya me ha sucedido “reventar” unas zapatillas antes de un maratón y tener que pagar la prima de 40 eurucos fuera de rebajas.

Por eso, ayer 20 minutos antes del cierre del Decathlon de Sanse acudí al primer día de rebajas como a un panal de rica miel, para llevarme las últimas Vomero 3 que quedaban de mi talla en la estantería. Mi objetivo era mi tercer par de Pegasus, pero con decepción observé que este año no están tan rebajadas como el pasado por lo que puedo encontrarlas más baratas en otro sitio. Las Vomero son más blandas que las Pegasus, por lo que pueden dar una sensación de ser menos ágiles. A cambio, al estar hechas para corredores más pesados, tendré más protección en tiradas largas.

Ahora, a morir con las botas puestas.

 

 

 

 

 

 

lunes, 22 de junio de 2009

Insignificancia

Salí el domingo a primera hora de la Hacienda, cuando aún no se percibían los ruidos de los huéspedes remoloneando y acicalándose para el desayuno. Una mañana fresca para despejar el cuerpo del sofoco nocturno, con una brisa propinando alegre los buenos días. Por un camino flanqueado por vides altas, subí y bajé entre las colinas, ante la indiferencia de una familia de ovejas vestidas de casual, ya que acaban de esquilarlas y están todas un poco ridículas peladas, y lo saben. Varias cuestas de las de 5 minutos el kilómetro, y ya estoy al borde del muro de la presa de Almendra.

 

La vista es impresionante. Es el embalse más grande de España (hasta 197 metros de altura) y el tercero con mayor capacidad, lo que se aprecia claramente porque este año es el mejor de la última década y es como un mar en el que casi se pierde la vista. Aquí arriba el viento es mucho más fuerte por la cercanía con la masa de agua y la altura, y provoca olas en el pantano que chocan contra la negra pared muchos metros abajo. Encaro el camino sobre el muro, con un ancho sobre el que podría transitar un vehículo, y por primera vez en el recorrido disfruto de un tramo horizontal de más de un kilómetro y medio, por lo que puedo apretar el ritmo.

 

Y aquí siento mi insignificancia, porque el viento sopla más fuerte y hace a mi ropa tremolar con fuerza contra mi cuerpo, y a mí mirar de reojo a un lado y a otro con aprensión: no hay ninguna protección que me separe del vacío, por un lado una caída de unos 70 metros me llevaría a las olas que me esperan como cocodrilos voraces, y por otro contra las rocas amenazantes que conforman la base de la presa.

 

Una rapaz descansando al borde se lanza al vacío con un planeo majestuoso, pero yo no puedo permitírmelo. Por la cabeza fantaseo con inverosímiles rachas de viento que me arrojan por el aire, o quizás un repentino tsunami, o un enajenamiento transitorio que me lleve a ver sirenas, y me hago más y más pequeñito mientras el muro se estrecha, pero sólo en mi cabeza. Saboreo la adrenalina que provoca el vértigo al intenta tomar el control, mientras mi mente repele el ataque bajando mi centro de gravedad a los tobillos, hasta que de repente, ya estoy de casi de vuelta en la orilla, y envalentonado avanzo por la loseta que flanquea el borde del camino. Al regreso, 10 kilómetros en 46 minutos, a por el desayuno bien merecido y mejor dispuesto. Nadie sabrá de la batalla que ha librado en la mañana este urbanita contra la Naturaleza. Corriendo en Los Arribes.

 

http://www.rusticae.es/hotels/espana/zamora/hacienda_unamuno

 

 

jueves, 18 de junio de 2009

Nivel amarillo: peligro repechos

“Activada la alerta amarilla en Madrid ante la previsión de que las temperaturas lleguen hasta los 37 grados hoy”

Camino al Retiro, calle Alfonso XII abajo, reflexionaba hoy sobre la noticia que había leído, importante teniendo en cuenta que mis entrenamientos diarios tienen lugar a lo que “mayormente” se denomina en España “la hora de comer”. Según progresaba en la masa de aire caliente, me intentaba poner en el lugar de los que trotaban en la senda que puede verse paralela a la verja, pero una docena de metros hacia dentro y arriba, ya que pronto sería uno de los agraciados.

De repente, me di cuenta de que un grupo de tres mozuelas de unos escasos veinte veranos paseaban por ese camino. Con sorpresa, al cabo de unos instantes observé que una de ellas caminaba con la camiseta remangada hasta el cuello, exhibiendo un sujetador negro. Automáticamente y sin pararme a reflexionar pensé “pues sí, sí hace mucho calor”, para un momento más tarde caer de repente en la cuenta de que su amiga iba de la misma guisa, pero libre de sostén, y alzando con las manos sus generosos pechos mientras jubilosa y ajena al público comentaba algo, girando para mostrarse de frente y de perfil a sus amigas mientras pasaba su mano por el vientre descubierto y las caderas.

Recatado, rápidamente aparté la mirada de esa impúdica escena, para iniciar una meditación sobre si la alerta amarilla se refería a la temperatura del aire o a la amoralidad de nuestra juventud.

En todo caso, la manada hoy corrió con bravía, después del calentamiento (aquí podría insertar algún comentario divertido) nos lanzamos a un farlek de 2/1/2/1 kilómetros fuertes con trote intermedio de 500 metros. En total, 12 kilómetros, los fuertes a un ritmo en torno a 4 minutos que para las circunstancias y mi forma actual me ha parecido una buena performance.

Y esta fue la crónica de hoy del Retiro, donde nunca pasa nada, y siempre sucede de todo.

Oh, dulce flor de juventud…

martes, 16 de junio de 2009

La vuelta al mundo

 

Hola. Heme aquí, como el ave Félix, resurgiendo de mis cenizas después de casi dos semanas en el dique seco debido a las molestias que me ha ocasionado la inflamación de una vena de una pierna. La flebitis se manifiesta con un enrojecimiento exterior de la extremidad (no, esa que malpiensas no) acompañado de un fuerte dolor a lo largo de la vena, palpable como un tubo hinchado. Después del canguelo inicial, un kilo de más y mucho voltarén, de vuelta al ruedo no sin algo de reticencia, pues soy un poco hipocondríaco y ya me veía “saliendo a andar” como los mayores.

 

Cuando no hay ni una ni dos ganas por el calor, la falta de objetivos y la pérdida de la forma física y anímica (la ética, nunca), qué mejor que retornar al principio, sin ambiciones, con inocencia, de vuelta a lo básico (“back-to-basics”). Así, la semana pasada la dediqué al rodaje tranquilo, por el Retiro y por el Juan Carlos, disfrutando del paisaje, del sol, trotando sin camiseta, mirando a la gente. Ya irán saliendo los ritmos poco a poco. Incluso hoy he podido correr con la manada un par de tres miles, el primero en poco más de doce minutos y el segundo en poco más de once, en un día sin sol fantástico, con una leve brisa que agitaba el aroma de los árboles y las plantas que levantó la lluvia de la mañana.

 

Y para terminar de querer un poco al cuerpecín, al final de cada entrenamiento, que si unas pocas de abdominales, que si unas series de dominadas (¡ya voy por quince!), que si unas flexioncillas,... vamos, pa ponerse uno de buen año y fardar con el bañador “turbo”, a lo mejor incluso me ligo hasta a la santa, que esta época es muy propicia para los devaneos amatorios. De postre, el sábado que viene hasta me daré un masajito, arrastro desde hace varios meses una molestia en el bíceps femoral que no se va ni con descanso ni con estiramientos, por lo que he decidido ponerme en las sabias y fornidas manos de mi amigo Juanjo, de la Escuela de Quiromasaje de la calle Cartagena, un fisio fenomenal además de un tipo estupendo. Y después del minuto de publicidad, me despido dejándoos con la sintonía del programa (subid el volumen de los altavoces y escuchad atentamente…). Co-rrien-do en el JuannnnCarlosssssss, corazones de verano.