Salí a comerme el mundo y me comí los mocos. Esto es lo más gráfico que se me ocurre para explicar la carrera de hoy, la Virgen del Villar en Laguna de Duero. Ni siquiera llegaba a 10 kms, cuatro vueltas de 2,45o metros en torno al lago. Un día perfecto, nublado y sin calor, como perfecta la pájara hacia la mitad del recorrido que casi me hace abandonar.
Volvió la maldición de los 40 minutos, despejando el espejismo de las buenas marcas de las carrerillas del verano, completé la carrera en poco más de 41 minutos, peor que el año pasado. Para evitar caer en la autocompasión, intento racionalizar el mal resultado: que si tampoco es que haya entrenado mucho últimamente, que si he ido demasiado fuerte la primera vuelta, que si no están marcados los kilómetros... bla bla bla. Ni yo me lo creo.
En fin, el running es así. Mañana empieza el cole en el Retiro, y a aplicarme, quedan varios meses para terminar el año y alcanzar el huidizo objetivo sub 40. ¿Será tan difícil? ¿Pocos años corriendo? ¿Mi genética me condena al punto de cruz? ¿Soy un moñas? ¿Tendré que empezar la colección de fascículos de cómo correr medio decente y no ser un globero?
Un regalito para animarme mañana, estreno mis Asics Nimbus (espero que estas no tengan ventilación como las anteriores, al parecer es un defecto común)... las penas con zapatillas nuevas son menos.
Te faltó un buen acompañante.... patinador!!!
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