sábado, 22 de enero de 2011

21 días

Si tuviera que dar un consejo sería: no te pongas unos parches Compeed. Puede que te vayan bien para los pequeños rozamientos en tus zapatos de tacón, pero si son unas heridas de una carrera de la que no quisiste retirar porque tu pundonor no te lo permitía, mal asunto. No sirven. El primer día van bien, pero después empiezan a tomar un extraño color debajo de su blanco que no da buena espina. Tampoco acompaña el olor. O sea, que a lo clásico, desinfectante y tirita para poder ponerse los zapatos, y si no al aire.

Por lo que he escrito está claro que he pasado muchos días con unas ampollas elevadas a la categoría de heridas. En concreto tres semanas. He corrido varios maratones y muchas carreras, y nunca había pasado por nada igual. Uñas negras, rozaduras, ampollas... Nada hasta esto. No sabía lo que era tener que tirar los calcetines por la sangre que los cubría. Y recordarlo a cada paso que daba con unos zapatos, apretando justo sobre la herida.

Al cabo de tres semanas ya no necesito tiritas. Ya no salen fluidos al quitar las vendas. Esta mañana me animé a correr 12 kilómetros, para terminar completamente desfondado. Sin ganas, sin control, pero disfrutando la vuelta. El hielo cubriendo la superficie de los estanques del Juan Carlos. Si hasta me sangraba la nariz al terminar, del esfuerzo. Pero un paso sigue a otro, y el anterior es indispensable. Y con la ventaja de que no estoy obligado a padecer las sesiones de calidad. Menuda despedida de 2010...

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