viernes, 30 de octubre de 2009

Descanso centroeuropeo

 

Me gusta ser constante en la rutina de entrenamiento, porque siempre hay eventos incontrolables, familiares, sociales o laborales que ocasionan cambios o interrupciones en la planificación. Lo ideal es que los aficionados intentemos acoplar estas pausas obligadas a la recuperación. No hay mejora sin descanso, y no sólo me refiero al sueño nocturno, sino a los días de asueto, ya sean pasivos o activos (de ritmo suave o entrenamiento cruzado), imprescindibles para absorber los estímulos provocados por el entrenamiento y permitir que el cuerpo realice la deseada compensación.

En esta semana previa a la Carrera de BBVA del domingo me ha coincidido un viaje de trabajo, muy oportuno porque me ha permitido reducir volumen de cara a la competición y descansar después de 10 días seguidos de entrenamiento (que nadie se asuste, practicar tres deportes no se hace tan duro como solamente correr). Puntualizo, bajar volumen, porque por lo que he leído es conveniente mantener la intensidad la semana/s previa/s a la carrera.

Para poner en práctica esa máxima, planifiqué una transición para el lunes y unas series cortas para el jueves. El lunes, para terror de los paseantes con perros sueltos, pedaleé media hora por el JC1 a unos 22 kph, y aparcándola allí mismo seguí otra media corriendo, a un ritmo exigente de 4:19. Buenas sensaciones, ya he comentado que cada vez que bajo del sillín me siento con ganas de correr recio. Y el jueves, después de 6 kms de rodaje me forcé a hacer 10 series de 400 en la arboleda que linda con el lago en la parte sur del parque, a una media de 1’27, o sea 3:38, descansando 1’15. Bastante menos de lo que me gustaría llevar en la carrera del domingo, o sea bien. Me pica la curiosidad por el resultado del domingo, ahora que ya llevo un entrenamiento completamente triatlético.

Y el resto de la semana, descanso, gracias a un imprevisto e interesante viaje a Luxemburgo, en el que no he podido ver nada más que el aeropuerto, recorrer por la noche las autopistas casi vacías que rodean la ciudad y sentirme como Bill Murray en Lost in Translation, contemplando impotente como los taxistas plantan sin ningún pudor sus grandes Mercedes a 180 kph. Eso sí, rodeado por un dejavú de sofisticación, hasta tuve el placer de degustar un tinto sudafricano muy ensalzado por mis anfitriones, que a mí me recordaba las manifestaciones de Pretoria porque su sabor era de humo de neumático.  ¡Viva la Ribera del Duero!

 

martes, 20 de octubre de 2009

Corriendo bajo la Lluvia

La lluvia apareció poco antes del mediodía, sorprendiéndome en el trabajo sin haber traído chubasquero. Vaya, no tengo más remedio que quedarme, buscaré un grupo de compañeros para almorzar tranquilamente, y ponerme al día de los últimos cotilleos de la empresa, y de paso avanzar con esos flecos de trabajo, y también debatir un poco sobre lo divino y lo humano, y… y una mierda.

No puede ser muy mala el agua si donde hay agua hay vida, o eso opinan los astrobiólogos. O sea, que encima de la bici y caminito del JC1, que se acerca el 10 mil del 1 de noviembre, la carrera del BBVA, y hay que hacer los deberes. Gran pereza, pardiez, para zumbarle a la calidad en un día tan gris, pero me inspiro en mis compis del Retiro, que aunque llueva hoy no fallarán, y el que lo haga sin un motivo serio será objeto de las burlas del resto, que lo calificarán como azucarillo o algún otro elemento hidrosoluble.

Por eso, solo pero en compañía distante, en el día de hoy he vencido y desarmado 7 miles 7, descansando un minuto, sobre tierra y bajo agua, a 3’53 de media. El último, con muy buen augurio, ya que un enorme cisne ha despegado del lago por mi derecha, batiendo sus alas con un fuerte sonido que me recordaba a un zapateado persiguiéndome.

Y como siempre que corro bajo la lluvia, vuelvo al trabajo lleno de paz.

 

domingo, 18 de octubre de 2009

La serpiente multicolor

Siempre me han cargado los términos acuñados por periodistas deportivos, que sin quitar mérito a su ingenio se repiten una y otra vez hasta estomagar. Y nunca me ha gustado ver deportes en televisión, ni tampoco las grandes pruebas ciclistas. Y hoy he podido formar parte de una culebra multicolor de esas, porque he quedado para entrenar con una docena de ciclistas de un club de triatlón.

Han sido 91 kilómetros a una media de 30 por hora, más lejos y más rápido de lo que había conseguido en solitario. Porque en un día muy ventoso, he podido experimentar las bondades de rodar a rueda, de colocarse en abanico, de estar arropado por el grupo, de que alguien te recoja cuando te descuelgas y tire de ti para llevarte al abrigaño del pelotón.

Me ha gustado la experiencia, para mi ha sido una pequeña victoria terminar, con bastante esfuerzo por mi parte pero mucha diversión. Lo que más me ha impactado cuando rodábamos en grupo compacto ha sido el zumbar de todas las cadenas, como un enjambre de insectos furiosos, un concierto melodioso de platos grandes, Carmina Burana a todo trapo mientras los ciclistas cargan contra el viento...

Quizás habemus club pronto...

viernes, 16 de octubre de 2009

Ben Hur, ven

Si alguna vez he deseado tener unas ruedas en la bicicleta como las del malo de la carrera de cuadrigas en Ben Hur, ha sido hoy. En un tramo estrecho del Ano Pequeño Ciclista, un anciano paseaba sobre la línea virtual que separa pies de ruedas, pero su perrucho correteaba tan insensato como el amo por todo el carril bici arriba y abajo. He tenido que esquivarlo, porque ha decidido tumbarse a chupetearse sus partes en todo el medio, y podría haber intentado pasar sobre su cola de no tener que llamar la atención al veterano fulano.

Podía haber usado otras palabras pero no he querido alterar lo mínimo mi humor: “Caballero, su perro puede ocasionar un accidente”, ha sido mi acción educativa del día, muy gallarda por la mínima esperanza en su efectividad para modificar el comportamiento de un septagenario. Pienso muchas veces en el libro de Pensamiento Negativo, de Risto Mejide, que si bien no conseguí terminar me quedé con varias máximas interesantes, como la que en los tiempos que corren es casi imposible hacer ver a nadie un comportamiento erróneo o egoísta, porque se nos llena la boca con grandes términos que todos pensamos que apoyamos, democracia, tolerancia, solidaridad… pero que nadie nos toque un pelo de nuestra libertad para hacer lo que nos de la gana, aun a costa de la de los demás.

Y hablando sobre ese libro, en determinado momento el amigo Risto lanza un divertido reto que a mi entender insulta la inteligencia y paciencia de su lector, y es que “estadísticamente el X por ciento de los lectores no pasa de la página Y. Para ahorrarles el resto del libro, lo resumo aquí”. Y yo leo el resumen y obediente pienso “Vale” y cierro el libro para siempre. Pese a esto, libro interesante y que merece la pena conseguir que alguien te lo deje para leerlo (un rato), quizás de pie en algunos grandes almacenes.

Buen finde.

lunes, 12 de octubre de 2009

Gummyman

El sábado fue el ironman de Hawaii, que es la prueba originaria del Triatlón. Discutiendo unos militares americanos sobre si era más duro cruzar la bahía, recorrer la isla en bicicleta o correr un maratón, surgió la idea de un coronel de llevar a cabo las tres actividades seguidas y el que ganase sería el Ironman, y de esta salomónica idea nación este deporte.

Estuve siguiendo un rato la prueba, por supuesto en internet, en la página oficial, porque el último pedo de un futbolista nos lo meten hasta en los telediarios pero otros deportes no existen, aunque un español, Eneko Llanos quedase el segundo el año pasado y tuviera opciones de victoria (finalmente tuvo que retirarse) y una española, Virginia Berasategui quedase tercera en 2009.

Por cierto, sentí vergüenza ajena cuando uno de los comentaristas de la retransmisión, al referirse a Eneko, dijo "ándele ándele" y "mucho deprisa". Sentí verguenza ajena ante tamaña ignorancia idiomática y hasta pena por cualquier vasco que lo hubiera estado escuchando, alienado de repente en el grupo de hispanics que dicen los gringos. Me dolió hasta la onomástica.

A cambio, fue emocionante la llegada en torno a las 14 horas: casi seguidos, entraron tres personas de 70, 63 y 20 años, antes de varios cachitas. Los deportes de resistencia son así, no conocen físicos musculados sino adaptados.

No llegan a los 3,8 kms de un ironman, pero yo el viernes tenía en mente batir alguna de mis marcas en piscina, y ya que en clase hacemos series la elegida fue la distancia, 3 kilómetros en 1:13.

Esta mañana he probado a hacer el recorrido a Soto desde la Academia de Policía, un punto de reunión y partida de mucha gente para hacer el recorrido. Ventajas, no hay semáforos ni cruces y directamente estás on the road, sin peligros ni paradas. Desventajas, que todo lo que tardas en montar y desmontar la bici es tiempo que podrías estar dándole al pedal. Os dejo el enlace por si a alguno le sirve para encontrar la salida.

jueves, 8 de octubre de 2009

Mi Onomástica

Me llena de orgullo y satisfacción compartir esta fecha tan señalada con todos (levanto el antebrazo y hago giros de 90º con la muñeca), puesto que el 9 de octubre es mi cumpleaños. Por curiosidad he consultado los nacidos este día, y salvo John Lennon y Alfred Dreyfus, me parece que el resto van a dejar tan poca huella en la historia como yo (lo siento Guillermo del Toro o Jacques Tati...).

Pero como me siento fuerte y éste es "mayormente" mi blog de deportes, creo que voy a darme un poco de cañita para festejar que mi cuerpecín tiene un año más, por el hecho de despistar a los radicales libres y demás factores de envejecimiento.

Por eso, hoy rehuí toda compañía que me obligase socialmente a series de distancias extrañas en recorridos espúreos, u oregones de otra dimensión desconocida, para marcarme en la recta del lago del JCI, como mis compañeros del Retiro, en un universo paralelo y con un día de desfase, 20 señores 300 de un minuto y un segundo cada uno, con su descansito entre medias y todo. Arrgg, ahíto y satisfecho he quedado con un entrenamiento muy apropiado para los 10 miles que se avecinan.

Y mañana, intentaré batir alguna de mis marcas en piscina, según humor en distancia larga o en corta.

¡Salud Camaradas!

lunes, 5 de octubre de 2009

Primera transición seria

Por fin se me logró. Desde que me planteé ser un tránsfuga al triatlón, sentía una gran curiosidad por la combinación de bicicleta y carrera, que experimenté por fin el sábado. Después de algo menos de una hora y media pedaleando 37 kilómetros, sin quitarme los culotte-dodotis y solamente cambiando las zapatillas dejé la macchina y me lancé con furia al Juan Carlos, deseoso de sentir las piernas pesadas, desorientadas o de cualquier otro extraño humor para correr.

Pues no, lo que sentí fue sorpresa al mirar el primer kilómetro: 4'15. Tuve que mirarlo dos veces, porque la sensación del ritmo que llevaba era muy distinta a la que noto habitualmente en sólo la carrera a pie. Aunque no me sentía ligero, notaba mis piernas como subiendo en primera, con potencia, ya caliente y centrado. Los seis kilómetros suaves que tenía previstos se convirtieron en ocho, en poco más de 34 minutos, corriendo varios en 4'08. Prácticamente la distancia (37/8) me "convalida" para un triatlón olímpico.

Me pregunto lo que pensarían los corredores del JC1, habitualmente tranquilos, al ver pasar a un poseso con pañales. Si además supieran que no sentía los dedos, por el globerismo de ponerme unos calcetinitos finos en la bici...

Y para exprimir las dos ruedas al máximo el fin de semana, al día siguiente otra subidita a Soto, 85 kilómetros, un poco tocado del día anterior pero con la honrilla de no dejarme adelantar por nadie a la ida (uno a la vuelta) y de rebajar el tiempo del domingo pasado. Total de entrenamiento de la semana: 8 sesiones, 10 horas.

El lunes, la macchina al taller con los cambios desajustados, y el menda caminando como los pistoleros. Lo que no ha hecho el maratón lo hace la bicicleta...

jueves, 1 de octubre de 2009

De vuelta a las buenas costumbres

Ultimamente no estoy dedicando mucho espacio de mi agenda de entrenamiento triatlética a correr, lo que me hace temer que si antes no era malo en un deporte, ahora soy regular en uno y malo en dos.

En piscina sigo mejorando, he bajado mi marca en 500 metros de 12 a 10 minutos en una par de meses, pero me sigue resultando frustrante compartir una calle y que te doblen, y te doblen, y te doblen… menudo boyero. La semana que viene empiezo dos días de clases por semana, y mi primer objetivo es aprender toda la técnica que sea posible: que si meto el dedo así mientras tuerzo el codo asá y aprieto de aquí y la abuela fuma allá. Seguro que para nadar tan rápido hay un movimiento secreto que nadie me ha contado y tengo que averiguar. Algo así como formar parte de una secta iniciática.

Ni que decir tiene que habiendo nacido al ciclismo hace poco tengo muuuucho que mejorar. Pero desde el lunes estoy un poco desasosegado con la bicicleta. Me enteré por un blog de la muerte de un ciclista en el anillo verde el pasado fin de semana, y leyendo sobre la alta tasa de siniestralidad de este deporte estoy sobrecogido, y no dejo de pensar en la delgada línea roja que divide la vida de la muerte. Además, estar leyendo Las Puertas de Fuego (Steven Pressfield) en las que los espartanos se hacen un sitio eterno en la historia despreciando a la muerte no ayuda… ¿acaso los atletas o triatletas o n-atletas no estamos emparentados en el tiempo con los griegos clásicos, al compartir desde hace siglos la agonía del esfuerzo?

Pero esta semana el entrenamiento a pie trajo algo bueno. Sigo dando vueltas cavilando donde meter una tercera sesión de carrera y hasta que lo consiga, los martes y los jueves los trabajo fuerte, habiendo descartado los rodajes por encima de 4:30. Y en esa tesitura me encontraba el martes, trotando a 4:20/km mientras dejaba vagar la mente por los bonitos colores del otoño que empiezan a amarillear con intensidad a lo largo de mi recorrido de tres mil metros, un tanto sorprendido por el número de corredores que estaba encontrando.

Una cara conocida, y familiar, ya que de repente me topo con mi cuñado y otro triatleta, deteniéndose con las zancadas características de terminar una buena trotada. “¿Qué hacéis?“ “Un 4 mil a 3:45. Venga, vamos a hacer otro”. Ufff, y yo que rodaba tranquilo, sin haber enchufado siquiera el Garmin… No lo pienses más, y a ello. Les aguanto un tres mil, y el último kilómetro voy cediendo metros hasta que se me van, cuento 16 segundos desde que se detienen. “¿Cuánto habéis hecho?” “3:40” (como siempre, la mentira del corredor, o el colchoncillo por si no llegamos al tiempo esperado). En todo caso, para mí, 3:45.

Ambos trabajan cerca del parque y este jueves he quedado para unas series de 400. Casi se me saltan las lágrimas, ¿habemus grupo?