- Poner el despertador un rato antes para hacer bici porque te has dado cuenta de que llevas casi tres semanas sin tocarla y el sábado compites, y apagarlo en mitad de la noche porque aún no has pegado ojo.
- En el trabajo descubrir que tú lo que siempre quisiste ser es escritor/torero/médico/bombero... cualquier cosa menos lo que realmente eres.
- Llegar a la piscina y darte cuenta que has olvidado tus chanclas, y tienes que ir a hacer un pis con bañador turbo y castellanos.
- Meterte en el agua y darte cuenta que has olvidado tus tapones de los oídos, y pasarte luego el resto de la tarde medio sordo por el agua.
- Al recoger tus cosas darte cuenta de que se te cayó una pinza para sujetar los pantalones en la bici y que alguien se la ha llevado.
- Descubrir que el candado de combinación con el que has atado la bici y que has usado dos veces se ha estropeado y que no puedes separar tu bici de la farola ni volver al trabajo.
- Respirar aliviado porque la cizalla que te han prestado en la piscina te permite cortar los 17 euros de candado como mantequilla en unos segundos.
- Preocuparte por la facilidad con la que se corta un candado de un centímetro de grosor, al que le ponen mucha más goma para aparentar.
- Pedirle al casaca roja de seguridad de la puerta del Corte Inglés que te vigile la bici mientras te compras el candado más gordo que venden, decidido a que por lo menos le lleve al caco un minuto romperlo.
- Escuchar como el dependiente del mismo departamento donde compraste el otro candado te dice que los de combinación no son fiables.
- Llegar tarde al trabajo por estas historias y darte cuenta que siempre quisiste ser científico/militar/granjero/confesor de Isabel II.
- Desear protestar en tu blog por todos los desatinos del día y acostarte para terminar el día cuanto antes.
Je, je, muy bueno. Los de bici y natación no me ha ocurrido, pero tengo otras situaciones parecidas en el running.
ResponderEliminar