Pobre Don Pantuflo, siempre persiguiendo a Zipi y Zape hacia arriba, ignorante de que sus vástagos le utilizaban de liebre para sus sesiones de cuestas. En eso pensaba yo mientras daba unas vueltas al circuito pedestre que la organización del próximo triatlón del Juan Carlos I ha diseñado, pletórico de cuestas y en especial un tramo de 50 metros en el que más de uno echará "pié a tierra" y caminará.
Porque zapateta, ya me gustaría tener las piernas de los Zipizape dando vueltas como un molinillo, o en su defecto las de Gómez Noya en el pasado triathlón de Pontevedra (un diez mil en 29 minutillos de ná). Especialmente en estos días en los que las temperaturas nos empiezan a acarician con 38º que marcan las marquesinas de los autobuses. Se acabaron mis sesiones de correr al mediodía y empiezan las matinés. Ventaja, la hora del almuerzo queda libre para nadar, siempre que lo permitan las medusas que flotan en la piscina olímpica del L.A.
Y como el verano es temporada de lectura, comentar algo curioso del libro que estoy leyendo, The Face of Battle, de John Keegan. Me ha sorprendido conocer que Hitler era un runner, un mensajero que corría llevando informes cuando fallaban el telégrafo, las palomas mensajeras y demás medios de comunicación de la WWI. Pena no hubiera seguido corriendo, seguro que se le habría quitado toda la mala leche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario