Un poco flipao sí he estado esta semana, sobre todo el lunes contando la hazaña en la oficina, recibiendo saludos y enhorabuenas de amigos y conocidos por haberme licenciado en Triathlón. Pero esto no ha hecho nada más que empezar, porque lo que se impone ahora pasado el trago de "mi primera vez" es un poco de racionalidad en mis entrenamientos. También me ha quedado claro que tengo mucho que aprender y mejorar nadando, pero también me faltan kilómetros en bici.
Desde la competición hasta hoy he nadado con pullboy, para no mover el tobillo dañado mientras lo recuperaba con un cóctel de pomadas (voltarén+ibuprofeno+trombocid), pero me ha podido el mono y este mediodía me lancé a la sopa espesa de aire a casi 40º que se respiraba hoy en el JC1. Me apetecía mucho correr y me daba igual.
Con sólo unas mallas cortas y una buena capa de protector solar, he ido haciendo el via crucis de las fuentes, porque cada 2 o 3 kilómetros debía meter la cabeza debajo de un chorro. "En verano busca la sombra el galgo". Juá. Hasta un solitario coche de policía se ha parado para ver si me desplomaba o algo así, quizás de puro aburrimiento porque la densidad de población del JC1 era menor que en el Gobi. Quizás por pura alucinación he estado a punto de lanzarme al lago, a jugar con las carpas, pero eso se postpone para el Triathlón del 18.
Al final no ha estado mal el rodaje, el ritmo en torno al 4:30 ya empieza a ser un hábito y no hay quien me saque de él en cualquier circunstancia o clima. Y después de los 10 kilometrillos de rigor, ahora sí un buen baño en solitario en la piscina. Sin carpas y viendo el fondo. Nada es perfecto.
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