sábado, 26 de julio de 2008

Aficiones y otras disquisiciones

Ante el clamor popular surgido de la publicación de este blog, me veo en la obligación de hacer un comunicado.

Este diario versa sobre correr, por si alguien no se ha dado cuenta. Y no contiene referencias a mi vida personal porque para eso ya están las revistas del corazón, con historietas de gente mucho más interesante que yo.

Entonces, me han preguntado, ¿para qué sirve un blog? Pues no para mucho, comer, beber o dormir sirve para algo. Escribir en un blog, pues a lo más para practicar una actividad que requiere una cierta concentración y esfuerzo de creación. Leer un blog, si es el mío, es lanzarse a la apasionante aventura de navegar por una de las mentes más preclaras del panorama literario de esta generación. O no.

O sea, que me gusta escribir. Eso es una afición. Y correr. Eso es más que una afición. Y las aficiones son como la ropa interior: sabes que todo el mundo lleva, pero sólo los más íntimos pueden llegar a conocer el color. Y cuando descubres el hobby de alguien, es como verle los calzones, incluso te puede sorprender más porque no le pegaba que fueran fucsia. ¿Te imaginas a tu jefe revisando apasionadamente su colección de vitolas de puro? Pues en este blog yo muestro a qué dedico mi tiempo libre, ése que es puramente mío, el que no comparto con nadie. El blog podría tratar sobre muchas otras cosas que hago, pero resulta que me gusta ésta, si no te gusta el color de mis gayumbos, no mires.

A ese compañero de trabajo: yo no hago fútin (footing). Hacer fútin para un corredor es como para un coleccionista de sellos meterlos en una caja, sin orden ni cuidado ni concierto. Como para un enólogo beber calimocho. Correr implica pensar en lo que haces, cómo lo haces y para qué. Es estar pendiente de tus sensaciones, de tu cuerpo, de sus mensajes. Es conocerlo, equiparlo, entrenarlo, protegerlo. Es sorprendente con qué fiabilidad puedes conocer el ritmo al que corres. No sé qué coño es hacer fútin.

Otra aclaración a ese otro compañero: yo corro por que me gusta y por muchas otras razones, todas positivas. Para mí es disfrutar, no un calvario que tenga que padecer por no sé qué retorcida y triste causa. Tampoco es una obsesión compulsiva, y si lo fuera, quizá sea peor pensar que te sobran muchos kilos y que algún día, que nunca llega, habrá que hacer algo al respecto. Si tienes mala conciencia y poca constancia, haz fútin.

Y terminado el comunicado, pueden apagar los micros, este fin de semana el espectáculo del running se trasladó al Canal del Duero. Un magnífico recorrido paralelo al canal que partiendo desde la ermita de la Virgen del Villar en Laguna de Duero permite devorar interminables kilómetros en llano (Valladolid es la provincia menos accidentada de España). Además, puedes tener suerte y observar patos en el agua, gazapos saltando del camino...

El viernes hice un poco de calidad al caer la tarde. Dos series de kilómetro rápidas, luego dos tres miles, luego otros dos kilómetros. Disfrutando de la cadencia que te permite el llano. La anécdota curiosa fue encontrarme a otro corredor bastante lejos del pueblo, "¡pensaba que era el único loco que corría a estas horas!". "Ven al Retiro al mediodía y verás", pensé. Realmente uno siente camaradería en estas ocasiones, cuando en la soledad del campo aparece un congénere del grupo afable (los hay enfadados, quizás están haciendo fútin). Corriendo en el canal del Duero...

2 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena! Fernando.

    Te veo en el grupo de cabeza, corriendo y escribiendo.

    Saludos,

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  2. Gracias Vicente. Como dice el proverbio, cuando el alumno está preparado aparece el maestro. Espero seguir aprendiendo en esa escuela de corredores y personas que es el Retiro.

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