Creo que algo así era el título de una peli de Pepe Isbert de los años 50. Sin entrar en cómo pasa el tiempo y lo que antes era españolada ahora es reliquia, y lo peor es que yo estaba allí (bueno, no tanto), ahora en verano se aplica a los entrenamientos de calidad en estos dos días.
Desde que corro en el Retiro y tengo el gusto de codearme con los habituales, con un pertinaz empecinamiento dedicamos martes y jueves a sufrir, ésto es, a hacer las series o los ritmos. Según la escuela "clásica" los 3 miles son la distancia ideal. Los "modernistas" abogan por repeticiones de distancias más cortas. Y por lo general, acabamos haciendo algo que ponga a todos de acuerdo.
Esta semana tocó un 3 mil más un mil a continuación. Un poco de sufrimiento casi gratuito cuando ya está la temporada terminada, pero que por eso mismo y por el calor que hay que soportar al mediodía, que es cuando "se celebran", cada uno de estos días se recuerda como un Alamo, un Waterloo, un Agencourt, una Numancia!
Porque de calentar tranquilamente a hacer 3 kilómetros por debajo de 3:45, como ha tocado, y a continuación otro de propina sub 3:30, visto en la distancia se me antoja una machada, además de cansarme sólo de pensarlo. Pero por si fuera poco, el sábado me castigué con 7 repeticiones de 1 km, entre 3:45 y 3:30. ¿Será el cambio de estación? Lo cierto es que el verano me ha activado, me siento más fuerte, descansado y motivado. Una buena semana de milagros, más de 70 kms en 6 días, rompiendo alguna marca como mi mejor 3k en entreno. A ver si me dura hasta las carreras de después del verano y no se me va el fuelle por la arena de la playa...
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