Siempre me han gustado las pelis de zombies, especialmente esas donde solamente sobreviven unos pocos humanos que toman todo lo que necesitan de supermercados y arsenales y subsisten escondidos esquivando tan aviesas criaturas (p.e. El Hombre Omega con Charlton Heston, Amanecer de los Muertos de George A. Romero). Lo que he ido observando es que según evoluciona la cinematografía, los zombies son cada vez más rápidos (en 28 Semanas Después corren más que la cabeza de la San Silvestre) y más inteligentes (en Soy Leyenda, hasta ponen trampas).
Pues bien, la evolución continúa y ya están entre nosotros, porque he descubierto que Madrid por la mañana está lleno de zombies. No corren, sino que conducen coches, y yo lamentablemente no tengo ningún arma y voy más despacio que ellos en mi bicicleta, en la que cada día intento llegar a la migración del Serengueti en un tiempo razonable.
Por lo general si te mueves sigiloso y no les importunas no suelen molestarte, salvo que deseen apropiarse del espacio ocupas o vayas a ocupar en décimas de segundo. En ese momento sus cerebros inanimados desatan toda su furia y lo toman, sin sentimientos ni remordimientos, pese a estar a punto de quitarte la vida en el intento.
Pues bien, la evolución continúa y ya están entre nosotros, porque he descubierto que Madrid por la mañana está lleno de zombies. No corren, sino que conducen coches, y yo lamentablemente no tengo ningún arma y voy más despacio que ellos en mi bicicleta, en la que cada día intento llegar a la migración del Serengueti en un tiempo razonable.
Por lo general si te mueves sigiloso y no les importunas no suelen molestarte, salvo que deseen apropiarse del espacio ocupas o vayas a ocupar en décimas de segundo. En ese momento sus cerebros inanimados desatan toda su furia y lo toman, sin sentimientos ni remordimientos, pese a estar a punto de quitarte la vida en el intento.
Y cada día es una aventura en esta ciudad de muertos vivientes, donde la educación desapareció hace mucho tiempo. Ayer un zombie decidió hacerme detener en seco para entrar a su garaje, hoy otra zombie se saltó un paso de cebra a centímetros de mi rueda y encima levantó su muñón descarnado en lo que podría ser un atisbo de su extinta educación; las señales, los pasos de cebra no existen en sus neuronas resecas. En unos segundos el pulso se acelera, el corazón late con fuerza, “no, esto no puede estar pasando”, y tras la crisis pronto termina el ataque. ¿Cuándo llegará el siguiente? Tened cuidado, los zombies acechan, están en todas partes, en las calles, las tiendas, las carreteras... Incluso alguno puede estar leyendo ésto… ¿eres tú uno de ellos?
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