domingo, 16 de noviembre de 2008

XXIX Trofeo José Cano, vulgo la de Canillejas

Canillejas es muy popular, ya que tiene muchos adeptos y muchos detractores. A mí de esta carrera sólo me gusta el horario (empieza a las 11:30 y no hay que madrugar, como nos tiene acostumbrado nuestro ayuntamiento) y el perfil, algo menos escabroso que el resto de recorridos de Madrid. Un par de cuestas no muy duras y el resto en bajada.



Por lo demás, podría enumerar varios motivos para no ir: el acceso es muy antipático (la salida está a dos kilómetros de la boca de metro más cercana y a cuatro de la meta), la bolsa del corredor es propia de un eremita (por los 15 euros, una camiseta de algodón de la misma talla para todos, y un souvenir), y hoy en concreto, caos en la recogida del guardarropa.

También, comparada con otras, no hay tantas inscripciones (6.500), pero a mí siempre me ha agobiado la salida, en menos de un kilómetro los seis carriles del inicio se comprimen en dos y todo el mundo se pone de los nervios (sube y baja de aceras, entre los coches aparcados...)

Hoy. La mañana se levantó magnífica, un día limpio y soleado, que no caluroso, para poder correr cómodamente en manga corta. Mi actuación, españoles, no me llena de orgullo y satisfacción, y no por la marca, que ha sido buena (38:28, seis minutos menos que mi última Canillejas en 2006), ni por haber bajado por cuarta vez consecutiva en esta distancia.

Al contrario que en las anteriores, no he tenido la sensación de controlar la carrera, la salida me ha descentrado un poco y me ha marcado un ritmo demasiado rápido que he intentado sin éxito mantener. Por otro lado, estaba convencido de poder hacer un mejor tiempo en un circuito más favorable, quizás ya me pasan factura tantas competiciones. Esperaré a la última carrera "seria" de la temporada, Aranjuez, para intentar rondar el 38, antes de retirarme a los cuarteles de invierno y las carrerillas populares propias de Navidades.

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