No sé que tienen los caminitos pintados de color que a todo el mundo gustan. Desde la senda amarilla del mago de Oz hasta el rojizo anillo Verde de Madrid ha llovido mucho, pero la alegría de pisar la alfombra roja no sólo afecta a los jerarcas. Es pintar un trozo de suelo y empezar a llenarse de gente yendo y viniendo por él, como en aquel juego de ordenador Sim City, ponías las calles y se llenaban de personajillos que pululaban.
Qué difícil es circular tranquilo por el carril BICI de Madrid… en ocasiones he leído alguna opinión (revista Runners) de lectores reclamando el derecho de todo el mundo a utilizarlo a su libre albedrío… pero no. Me he vuelto un talibán. El carril bici es para las bicis, no para caminar deprisa, ni para pasear a los perritos, ni para caminar deprisa con las amigas de tertulia en fila de a tres, ni para enseñar a los niños a montar en bici, ni para caminar deprisa de la mano con tu pareja… ¡¡coño que no es para caminar!!
Transijo con que los corredores más rápidos vayan por el carril a un lado, sin molestar. Y los patinadores, que también van a una velocidad suficiente. Pero me revienta la gente que invade el carril reservado a las bicicletas poniendo en riesgo nuestra integridad, y la suya. Y no me parece bien tampoco que se utilice el carril para entrenar, no es el lugar adecuado y pone en peligro al resto de usuarios. Yo no circulo a gran velocidad, porque normalmente voy o vuelvo a mi trabajo y sudaría el traje. Pero incluso a un ritmo moderado prácticamente todos los días tengo que esquivar a algún anciano o algún niño, que caminan por el medio, o echan a correr repentinamente, o se cruzan, o se agrupan, o llevan perros que caminan por el medio, echan a correr repentinamente, o se cruzan, o se agrupan… y yo que me quejaba cuando circulaba entre los coches.
Y no se te ocurra hacer ver a nadie su error, por muy educadamente que lo hagas, porque como escribe Risto Mejide en su libro de manera muy acertada, hoy en día no puedes discrepar ni señalar a nadie ningún error o mala acción porque no sólo no lo aceptarán ni reflexionarán sino que se sentirán agredidos, y responderán. Completamente de acuerdo. Estamos en la era de la mala educación, de la certeza absoluta de que tenemos solamente derechos y siempre razón.
Otro peligro del carril bici son los innumerables semáforos que hay que cruzar. Allí es donde entramos en contacto con ese gran enemigo del ciclista, el conductor. Ese espécimen dentro de su cajita de cristal cree que controla absolutamente todo su entorno, porque piensa que la cajita es de acero (si ves lo que queda de un accidente, es más de cristal), y sólo se preocupa como mucho de las otras cajitas.
Si ir más lejos, el otro día estaba detenido esperando el cambio del semáforo después de pulsar yo mismo el botón. Cuando se abrió, empujé mi bici para salir… y pasé rozando por centímetros un coche cuya conductora, estupenda amiga-hija-madre-compañera de trabajo-abnegada esposa charlaba animada por el móvil, e ignoró por completo la luz. Al detenerse un poco más adelante en el atasco, me acerqué y esperé a que terminase su conversación por teléfono. Educadamente le hice ver que casi me había atropellado, que todos los coches se habían detenido en el semáforo menos el suyo. Ella negó la evidencia, en ningún momento hizo amago de pedir ningún tipo de disculpas e incluso intentó convencerme de que ella lo tenía abierto (sólo para su matrícula, debía ser). Ya harto, le manifesté abiertamente mi opinión sobre su capacidad cognitiva, y ahí quedó la cosa.
En fin, que si Dorothy hubiera tenido que llegar por el carril bici al arco iris, quizás el espantapájaros o alguno de sus amigos frikies hubieran quedado accidentados por el camino.
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