No sé si los cánones mandan descansar o rodar tranquilo el día después de una media. En todo caso, sentía las piernas tan doloridas que no tuve ninguna duda en que me vendría bien el rodaje. Además, ¿qué hacer si no correr en el Retiro al mediodía? Y para allá que fui, bajo una buena chupa de agua, para encontrarme con los habituales y zambullirnos en el recorrido de asfalto de los días de lluvia fuerte. Casi una hora trotando, haciendo bromas sobre el chaparrón a incautos y turistas y lanzándonos bravatas con los otros pirados digo corredores que nos cruzábamos. Después, con parsimonia, para las duchas, afortunadamente calientes. Si fuéramos gorilas habríamos tamborileado nuestros torsos de orgullo, un día más vencimos a la muerte.
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