Y la carrera: por mi parte, éxito en el objetivo: he bajado más de un minuto respecto al año pasado (nunca sabré el tiempo neto oficial, porque este año no ha habido alfombrilla de salida, pero creo que ha sido 1:28.12).
Tengo que confesar una cosa: he hecho un poco de trampa. He llevado una liebre de lujo, Beni Il Cavalieri ha tirado de mi como un buey de un arado (especialmente el último tres mil, donde me he quedado clavado) y me ha marcado todo el ritmo de carrera como un reloj suizo. Una vez más ha demostrado que es un tipo tan elegante como describe el apelativo que cariñosamente le ha dedicado Vicente, y ha sacrificado una mejor marca por únicamente hacerme feliz. Beni, gracias de nuevo y que conste por escrito que el tiempo de la clasificación no es real, los dos segundos que he llegado antes de ti en mi espasmódico esprint de los últimos 20 metros son dos minutos que me has "regalado". Sabes que no ha sido por entrar antes.
En el viaje de vuelta coincidimos con Yesenia Centeno, la ganadora de la prueba, que muy simpática y agradable estuvo departiendo largo rato con nosotros explicándonos su "machada" de los dos maratones encadenados y algunas anécdotas de Pekín, tanto de su carrera como de su estancia allí (curiosas han sido las de cómo los chinos hicieron diluviar el día antes de la maratón femenina a base de nitrato de plata, o la de los rifirrafes en el avituallamiento). Verdaderamente, conocer a la élite del atletismo y que tengan esta envergadura personal es algo que te hace amar este deporte.
¡Hasta el año que viene, paisanos! Y el domingo que viene: la Carrera Perfecta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario