Me gusta esta época del año, por muchos motivos, y entre ellos el poder encontrarme con muchos amigos que como yo vuelven a casa por Navidad (vuelveeee a casaaa vuelveeeee). Me dan un poco de pena y risa todos esos ñoños que en estas fechas hablan de marketing, consumo y demás zarandajas para hacerse los outsiders.
Aquí el que esté libre de consumir que tire la primera piedra, y al que no le guste hacer regalos que no los haga y punto. Y no entro en el tema religioso de estas celebraciones, ya que éso va en la conciencia de cada uno, y hablando de religiones, los runeros tenemos numerosas carreras estos días, siendo muy especial la del último día del año, ya que ¿qué hacer si no despedirlo corriendo?
En mi caso, el 31 por la mañana participé en el Cross de las Doce Uvas, 10 kilómetros de circuito muy revirado, con numerosas curvas de 180 grados, nada de asfalto y mucha arena de obra, césped, tramos de barro que te pegaban al suelo y buenos resbalones (casi me voy al suelo en una curva, con las lluvias de este año era indispensable correr con clavos). De todas formas, quedé el 18 de mi categoría, y curiosamente hice la misma marca que en la primera carrera del 2008 (eso sí, en ruta).
Y al día siguiente, por la mañana, cuando el Campo Grande estaba vacío de gente y lleno de zombies alcoholizados que iban camino de sus madrigueras, recibí el 2009 con 9 vueltas de un kilómetro, curiosamente sin escuchar improperios de estas inofensivas criaturas.
Y ésta fue la crónica deportiva de mis vacaciones en Valladolid, donde salí más días de copas que a entrenar, al mismo tiempo demostrando sin machacarme que puedo bajar de 39 minutos en un 10 mil. El descanso no viene mal, aunque ya estoy deseando volver a campar por el JC1 y el Retiro y cabalgar con mis compañeros.
¡Feliz año!
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