O de despropósitos. El claro día asomó después de una noche turbia y me sorprendió luchando contra las sábanas movedizas que me atraían hacia sí. Me costó lanzarme a la calle, mirando de reojo la perspectiva de hacer calidad, pues hoy es jueves y la tradición oral lo exige.
Llegado al punto de lanzamiento, con premura porque como dicen los gabachos me he elevado tarde de la cama, me dispuse a ejecutar una tocata y fuga de 7 kilómetros en 28 minutos, como manda mi planificación, único vínculo con la disciplina de partido que me queda.
Sin terminarme de ver en esa tesitura, porque me siento cansado por la falta de sueño y los 2 kilómetros que nadé ayer, inicio la gesta, que se torna gestilla y más tarde derrotilla porque sólo 2 kilómetros decido unilateralmente cambiar el objetivo del día a un rodaje patatero de 10 kms. Claro, como se me hace tarde… me miento, y a la ducha.
Más tarde, al mediodía, dispuesto a sacudirme el mal sabor a flojo con unos largos, me lanzo cual Moby Dick a la piscina olímpica para salir escaldado como un pezqueñín al cabo de 8 largos. Hastiado de mi batalla contra un colegio que ocupaba todo un fondo y un grupo de acérrimos nadadores de anchos y de medusas gigantes, tomo en vez de tirar la toalla y pego la segunda espantá del día.
“¡¡Indulgencia, indulgencia!!”, clamo ante el destino. Y un hada madrina me transporta a mi cercana casa, y me pone en la mano una consoladora Erdinger, medio litro de cerveza de trigo turbia que me recuerda que no solo de deporte vive el hombre.
Mañana será otro día.
Muy divertido.
ResponderEliminarY muy bien escrito.
Slds