lunes, 13 de julio de 2009

Trotada Prima

Erase que se era un corredor que llegó a un lugar nuevo, el parque Juan Carlos I. Andaba un poco despistado, porque venía de la escuela de gladiadores del Retiro y no solía correr solo. Aún así, cuando el sol dio un pingoleta en el cielo, se tiró de la cama, se calzó sus zapatillas y se lanzó al camino para cumplir con sus deberes antes de afanarse en sus otras tareas del día.

Y llegando al parque se encontró con unos pájaros entre unas ramas, y les que preguntó -¿queréis correr conmigo?, y los pájaros le contestaron, -pi pipi… piérdete pichula!. Y el corredor puso un mohín y siguió solo, hasta que dio con un pájaro carpintero apoyado en un tronco, al que preguntó -¿quieres correr conmigo?, y el pájaro carpintero le contestó, -toc toc, toc… tócamelos!. Y el corredor arrugó la nariz y prosiguió su camino a 4:40, hasta que encontró un grupo de patos en el lago, junto al borde. -¿Queréis correr conmigo? Y los patos le contestaron, -cua cua cua… cuánto nos gustaría, pero estamos desayunando!.

Y el corredor puso un mohín, y siguió su camino, hasta toparse con unas cotorras, a las que preguntó -¿queréis correr conmigo? Y las cotorras locas contestaron -co co… cómo nos gustaría! Cooo cooo cómo… y se perdieron en el cielo. El corredor puso cara extrañada, pero siguió su camino. Al atravesar el olivar, preguntó a los olivos -¿queréis correr conmigo?, y los olivos le explicaron, -“oooohhhh no somos hombres… somos olivos… cómo coño podemos correr contigo…?

El corredor pensó que finalmente había aprendido algo, y decidió aproximarse al siguiente humano que se cruzase. Así, cuando estaba a punto de saludar a otro corredor, por suerte en el último momento se dio cuenta de que no era un congénere, sino un futinero, que escuchaba música a todo volumen mientras arrastraba los pies a 6 minutos el kilómetro. “Guay em si eiiii…” se alejó la musiquilla. Oh, ya el corredor estaba a punto de tirar la toalla, cuando de repente, apareció alguien de la misma especie, sin aditamentos, ni zapatillas de tenis, ni cascos, ni gorras. Pero la sonrisa se le medio congeló en su boca, cuando se dio cuenta demasiado tarde que era un zombie con el rictus imperturbable de los que no saludan.

Entonces, el corredor puso rumbo a su casa para terminar 12 kilómetros a 4’40, hablando con los canales, las plantas y los pájaros, mientras pensaba en escribir sobre las increíbles aventuras que le habían acontecido en el JC1, donde nunca pasa nada, nada, nada… (eco que se pierde en la distancia; telón, luces).

4 comentarios:

  1. Hola Fernando,

    me he acordado de tu blog y aquí estoy para hacerte una visita. No te preocupes que pronto dejarán los pájaros, los olivos y los futineros de atraete y empezarás a rodar con runners de verdad. ¡Que no sólo estamos en El Reti!

    Yo soy Luis...de El Retiro, ya ya le he pasado tu blog a Ángel, Carca, Cami y demás para que le echen un ojo de tanto en cuando. Un abrazo...

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  2. Aunque no soy un habitual del JCI (voy algún que otro fin de semana a partir de conocer este blog), si me cruzo con algún runner prometo saludar y si te identifico y tus ritmos me lo pemiten te acompaño. Seguro que pronto te haces con un grupo de habituales de este parque.

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  3. corriendo en parquesol14 de julio de 2009, 0:34

    no te preocupes compañero que seguro que creas grupo alrededor de tu aura, je, je , de todas formas arbolitos, patitos, pajaritos, suena muy bien para correr

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  4. Gracias por vuestros comentarios. De momento esta mañana tocaba rodaje y ni uno de los que he saludado se ha dignado a contestar. De todas formas, a esas horas cualquiera es autista.

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