miércoles, 19 de mayo de 2010

Ve visto la luz

Escribo poco sobre mis experiencias en el agua. Nadar es una cosa extraña, en un medio ajeno en el que somos increíblemente inútiles. Flotas en un fluido que no puedes respirar y en el que te mueves torpemente. Y al menos el agua en su estado natural es atractiva: forma bellos paisajes, se mueve, tiene vida. En una piscina es artificial, vacía.

Pero hoy comprendí por primera vez algunas cosas que he leído en libros. Agarrar el agua, deslizarse, el tubo por el que uno repta... son metáforas que explican la sensacíón de avanzar por el fluido sin oposición, enfocando todo el movimiento hacia adelante, buscando la horizontalidad y la máxima hidrodinámica. Nadar es un ejercicio de potencia, no tiene nada de relajado, cuanta mayor es la cantidad de agua que mueves más avanzas, siempre que la muevas en el sentido y volumen adecuado.

La patada naciendo de la cadera, rítmica como el merengue, los pies aleteando flexibles, los brazos empujando el agua como remos de una galera, y el cuerpo se desliza, desvaneciéndose la aburrida visión de la línea del fondo, mecido por la onda que él mismo genera. Controlo la respiración, mantengo el ritmo en la fatiga. No pienso nada más que en mis movimientos, como un animal. Nado.

1 comentario:

  1. A mi nadar me parece muy complicado, en el agua soy un maula. Sin una buena técnica creo que es imposible avanzar.

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