Había olvidado uno de los motivos por los que es bueno competir: las carreras son un entrenamiento fantástico para las carreras. Toma castaña. Porque una rosa es una rosa. Y me he dado cuenta de eso hoy porque pese a haber entrenado cuatro semanas machacando ritmos consistentemente en torno a los 3:50, el resultado ha sido en torno a los 4:00. Conclusión, me falta filo competitivo, sufrir en carrera.
Un día estupendo para correr hoy en Valladolid, 15º y sol para la curiosa distancia que este año ofrecía la "media" universitaria, 10.400 metros que no he podido contrastar con mi Garmin porque globero de mí no he picado el crono hasta pasado unos 300 metros de la salida. No solamente ha sido esa mi inocentada, sino que me he dejado encerrar en un embudo del que me ha costado salir hasta casi 500 metros después de la salida. Sólo me ha faltado estrenar zapatillas o desayunar huevos fritos con bacon.
Dentro de toda la heterodoxia , ayer en vez de reposar con un trote ligero probé sin saber muy bien con qué finalidad un test de 3x500 en la piscina. La buena noticia es que he bajado de 12 minutos por serie a menos de 10 en un año. La mala es que sigue siendo demasiado. Como varita de medir comparad lo que son 6 minutos en un 10 mil: una eternidad. Pues ese tiempo es lo me meterían muchos en los 1.500 metros nadando de un triatlón.
Para el registro, tiempo oficial de 41:41, y como no hay tiempo neto supongo que si descuento los segundos hasta cruzar la línea de salida me quedo en 3:59 de media. Puesto 128 de mil y pico varones, y la secreta satisfacción de no haber quedado el último de los Tripis como me suele ocurrir en las otras disciplinas.
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